Dicen que después de la tempestad llega la calma. A veces hay que vomitar lo que uno tiene dentro a nivel de sentimientos, y aunque no sea la solución a la situación que estoy llevando, resulta necesario. Es posible que alguien ayer se haya sentido herido, no era mi intención.
No me siento culpable por ello, en cierta manera prefiero que las personas que me rodean sepan lo que estoy sobrellevando anímicamente para evitar situaciones más hirientes en un futuro muy cercano. El día de hoy amaneció más tranquilo, y dos abrazos inesperados me han ayudado mucho. En fin, la vida sigue y mi recuperación también. Seguro que vendrán tiempos mejores y dependen sobretodo de mi.
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