sábado, 7 de enero de 2012

Diario de un desconocido: 6 de Enero de 2012...

Mientras en el barrio todo el mundo amanecía pensado en los regalos del día de Reyes, Erica y yo nos íbamos a su finca a seguir peleando con las pencas y los matorrales. Nosotros no somos de regalarnos nada, pero nunca nos hubiéramos imaginado recibir tremendro regalo en este día tan señalado.

La idea era la de siempre, ir a limpiar y cómo no, hacer la típica barbacoa. Esta vez le tocaba a ella, y pensó en hacer un arroz con conejo. Y es que yo soy más de echar cosas a la brasa para que se vayan haciendo, pero ella es más de cocina que yo:


 
 

Mientras ella estaba con el almuerzo, yo me había propuesto despejar la parte trasera de la finca. Ya el día anterior habíamos vislumbrado una pequeña cueva, pero lo mejor estaba por venir:


La pequeña cueva, donde teníamos pensado guardar las cosas que solemos usar en la finca, ya estaba totalmente despejada:


Pero desde hace un una semana, tenía curiosidad por saber que habría detrás de la puerta que se ve al principio de la crónica. Así que seguí quitando pencas hasta llegar a ella. Y claro, no me podía quedar sin saber qué habría al otro lado. Conseguí quitarla y, ahí estuvo la sorpresa, me quedé maravillado y tuve que llamar a Erica, que ya había empezado a cortar matorrales en otro lado de la finca. Yo me quedé impresionado, ella no sabía qué decir:

 

Sin esperarlo, nos vemos con una finca que tiene una cueva, que en su momento fue habitada. Ni se sabe cuantos años hace de esto, ya que ni los antiguos dueños, los cuales son bastante mayorcitos,  tenían conocimiento de ella. Así que, qué más podemos pedirle a este día tan señalado. Por último, y paradójicamente, desde la finca tenemos las vistas de la isla de enfrente. Sí, Gran Canaria, la isla de donde soy:


2 comentarios:

Indira Alcalá Franco dijo...

Wuuuuuaaaaaooooo!!! si este no es un milagro de los Reyes Magos, entonces que alguien me lo explique.... justo en un día especial... bueno es que ustedes se lo merecen por ser personas tan especiales y auténticas. Gracias por compartir estas anécdota de vida.
Un abrazo, Indira

David Henríquez dijo...

Muchas gracias Indira, la verdad es que todavía no nos lo creemos...