jueves, 23 de junio de 2011

Regalar sin esperar nada a cambio...

Ayer descubrí en mis propias carnes lo que puede hacer una persona influyente a través del Twitter. Hace unos días había escrito una crónica sobre una nueva amiga escritora y se me ocurrió hacer una petición. Dicen que en el don de pedir está la virtud de no dar, pero afortunadamente no fue el caso.


Desde hace tiempo sigo la trayectoria de Melchor Miralles. Para mi, en cierta manera, es un periodista todo-terreno. Igual hoy está en Madrid, que mañana está en Galicia, al otro día si hace falta en Barcelona pasando antes por Valencia. Y si se requiere  cruzar fronteras, lo podemos ver en Londres o quién sabe dónde. No evade cualquier tema, ya sea político, económico, cultural, social, deportivo, etc...Y te lo puedes ver en cualquier medio, ya sea en platós de cadenas públicas o cadenas privadas. En fin, que está donde le quieran oir y siempre dando su punto de vista sin tener en cuenta quien le ha invitado. Tanto él como yo sólo nos conocemos por el intercambio del algún que otro Twitt. Pero ayer me tomé la licencia de hacerle una petición. Hace unos días escribí una crónica en mi blog sobre una nueva amiga Lucía de Luna. Es mejicana y su pasión es la poesía, aunque también ha hecho sus pinitos en narrativa infantil. Ayer se me ocurrió pedirle a Miralles que si tendría inconveniente en promocionar dicho enlace. Podría haber dicho que no, o simplemente preguntarme para qué. Al momento de promocionarlo en Twitter dicha entrada ya tenía más de 100 visitas en menos de 5 minutos. Para mi fue un honor que hubiera aceptado mi petición, para Lucía fue algo más que un regalo. Fue ese soplo de aire nuevo que a buen seguro le animará a seguir plasmando en papel sus ideas literarias. Así que, sólo quiero agradecer públicamente a Melchor Miralles la deferencia que ha tenido con un auténtico desconocido.

Para el que quiera saber algo más del trabajo periodístico y de opinión que realiza Melchor Miralles tiene el siguiente enlace:


PD: El mejor regalo no es el más caro, o el que cuesta dinero, sino el que te llega al corazón y te llena de alegría y gratitud.

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