lunes, 19 de agosto de 2013

Diario de un desconocido: 18 de agosto de 2013...

El día de ayer fue especial. Básicamente giró en torno a las sensaciones, a los sentimientos y al sentido de la vida. La sociedad en general tiene mucho que aprender todavía. De nada vale lo avanzado que estemos en muchos disciplinas culturales o tecnológicas, si todavía estamos lejos de saber vivir y dejar vivir.


Y es que lo que más nos cuesta es regalar momentos, y muchas veces no permitimos que nos lo regalen. Ahora mismo no es mi caso, vivo en un estado muy dulce conmigo mismo y con los que me rodean. Mi relación con mi entorno ha cambiado radicalmente en cuestión de días, me apetece regalar momentos de felicidad y me alegra no ser el único que pueda regalarlos. Siempre he valorado mi libertad, y la de las personas más cercanas a mi. Creo que ese es el secreto para que la vida sea más placentera. Erica y yo hemos conseguido llegar a un estado que choca con los estereotipos de las sociedades cotidianas o mal llamadas normales. También ha ayudado a ello que apareciera Campanilla. Siempre estuvo ahí como una de mis mejores amigas, pero nunca me imaginé sentir tanto con ella en tan poco tiempo. Me sorprendió,  y creo que me seguirá sorprendiendo. Si a esto unimos que, de casualidad, mientras planchaba la ropa de la familia empecé a ver "El Manantial de la Eterna Juventud", todos los sentimientos que siguen fluyendo en mi interior  a gran velocidad sin casi dejarme un respiro, terminaron por convencerme de que la vida no dejan de ser momentos que hay que palpar con intensidad. Pese a que la película es una fantasía,  tiene muchos mensajes sobre lo simple y maravillosa que puede ser la vida. Una lástima que el día terminara con una trágica noticia. Un chaval, al que conozco desde hace unos años, ha tenido que empezar un viaje complicado. Espero de corazón que no sea largo, y que las energías positivas y el cariño de su familia, hagan que sea lo más corto posible.


2 comentarios:

Lucía de Luna dijo...

Cierto, dice un cuento oriental que las personas gritan cuando están enojadas porque sus corazones están muy lejos y cuando sienten afecto hablan bajo y dulce porque sus corazones están cerca.

Un abrazo, desde la lejanía física pero con voz baja porque la amistad nos acerca.

David Henríquez dijo...

Gracias Lucia, mi vida está en continuo cambio, y creo que para bien. Un fuerte abrazo desde la lejanía, amiga...